Domingo XXII del Tiempo Ordinario. Ciclo A.
Sitivit in te anima mea,
Domine, Deus meus.
Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: cf. 2b)
Respuestas al Salmo Responsorial:
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma esta sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
ALELUYA
Cf. Ef 1, 17-18
El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.